Declaración Red Chilena de Estudios de la Ciencia y Tecnología, CTS-Chile
(Publicada en El Mostrador)
Señor Director:
Como Red Chilena de Estudios de la Ciencia y Tecnología repudiamos enérgicamente el asesinato de Camilo Catrillanca, la ocupación militar de la Araucanía y las múltiples formas en que el Estado ha criminalizado al Pueblo Mapuche. Como investigadores e investigadoras de los nexos entre ciencia, tecnología y sociedad, sabemos que el crimen de Camilo, lejos de ser un hecho discreto, es la expresión de una compleja y profunda historia en la que se entretejen la conformación del Estado nacional, el desarrollo del capitalismo extractivista y la imaginación, coagulada violentamente, de una homogeneidad cultural chilena en la que su “otro” indígena es siempre una realidad residual, un modo de existencia pretérito que el Estado en nombre del Progreso y la Razón está llamado a integrar, y como sea. El colonialismo se hace y ejecuta de manera silenciosa pero sostenida en una diversidad de espacios y tecnologías que muchas veces damos por sentadas. Los folletos de turismo que folklorizan a los pueblos originarios, el código de aguas que privatiza los ríos, el currículo educacional que celebra una Nación de color blanco, el furor “verde” por las energías renovables no-convencionales que siguen cercenando territorios ancestrales: discursos y prácticas que perpetúan la idea de un Otro que debe ser domesticado, educado e incluido en un aparato tecnopolítico que nunca hemos discutido, y que ciertamente no es el de esa “inmensa minoría” que habita, imagina y hace el mundo en exceso al arreglo moderno-liberal.
El asesinato de Camilo Catrillanca nos invita a preguntarnos qué pueden hacer nuestras sociedades, nuestras organizaciones y comunidades frente a la utilización de tecnologías por parte del Estado para vigilar y Controlar a la ciudadanía y el Wallmapu sin la posibilidad de regulaciones democráticas. Habiendo dejado atrás el período dictatorial, como Red nos preocupa el hermetismo con que aún actúan los órganos militares y policiales del Estado chileno, dificultando el conocimiento y control por parte de la ciudadanía y la institucionalidad civil de su accionar.
En un país que aún no ha quebrado con su herencia colonial, no extraña que el Wallmapu se llene de tanquetas y comandos especiales. La muerte de Camilo nos interpela como habitantes de este territorio, y nos obliga a reflexionar sobre esa multiplicidad de gestos, supuestos y dispositivos sobre los que se erige el colonialismo en Chile. Y lo que es tal vez más importante, la muerte de Camilo nos convoca a resistirlos. Nos mueve también a ser parte activa de la construcción de un mundo, como lo han clamado los zapatistas, donde quepan muchos mundos. El asesinato de Camilo Catrillanca nos llama a ser parte de la construcción de un país donde los pueblos originarios no sólo sean reconocidos burocráticamente para la entrega de subsidios y la ejecución de programas “multiculturales”, sino que por sobre todo sean dignificados territorial y políticamente con la devolución de lo que nunca debieron haber perdido, su autonomía y derechos para decidir y exigir cómo permanecer en un planeta cambiante.
Publicada en El Mostrador 11.12.18
https://m.elmostrador.cl/noticias/opinion/2018/12/11/camilo-catrillanca-deshacer-el-colonialismo/